
A techo abierto
Cuando se supera la capacidad de carga de un territorio no hay felicidad ni sentimiento de autoestima. Hay molestias, estrés, contaminación, agotamiento, malos modos y sensación de fracaso.
Superar límites ya hace años que está de moda. Se usa mucho para estimular la capacidad emprendedora de la gente, para mejorar la autoestima o, directamente, para hacer que todo el mundo gaste más. “Supera tus límites!” te animan. Pero los límites de un territorio son otra cosa, no tan metafísica y más terrenal.
Mucha gente se manifiesta a favor de alargar la temporada turística y de disminuir el número de visitantes de julio y agosto. Pero hay pocas propuestas concretas sobre cómo hacer posibles tales deseos y, especialmente, como poder llevarlos a cabo simultáneamente. Porque, a la hora de la verdad, un objetivo suele bloquear el otro.
En la parte central del verano, cuando hay gente a rebosar, en Menorca ya sabemos que tenemos dos escenarios. Si hace buen tiempo, se saturan las playas y los caminos. Si el dia amanece cubierto, se satura la carretera, que se combina con el colapso que se produce en las entradas de los pueblos. En el plano económico, si el día es soleado hacen su agosto -y el julio, junio y septiembre- los negocios de la costa, y si se nubla, ganan los negocios del interior de los pueblos.
La gente residente en la isla hace tiempo que reacciona a la masificación. Reacciona a la menorquina. Hay zonas de litoral que desaparecen completamente de las opciones para ir al mar. Hay itinerarios en vehículo que se evitan. Y también se conocen los servicios que en pleno verano no tienen su mejor momento de equilibrio entre calidad y precio.
La pregonada desestacionalización debe ir acompañada de una disminución en los meses centrales. Y a la inversa. Sólo así podremos tener escenarios que equilibren aspectos ambientales y económicos y acaben, por tanto, siendo viables y sostenibles. He aquí la complejidad.
Este año, en que volvemos a superar los números, todo el mundo habla de la masificación. Sin embargo, como la temporada turística se ha ido acortando, es sobre la parte central del verano cuando se dinamiza la parte más representativa del sector turístico -la de sol y playa-, al tiempo que sobre ellos pivotan muchos puestos de trabajo. Aunque son empleos de corta duración y condiciones discutibles.
A nivel económico, sería mejor poder alargar los meses de actividad turística, pero esto implica promover otros productos y servicios para los meses periféricos, y dedicarles una buena parte de la promoción turística. Lo cual se ve como una competencia para el entramado turístico duro, que tiene peso para frenar -y frena a menudo- muchos cambios.
De modo que alargar la temporada -empezar antes y terminar más tarde- hasta ahora es un deseo teórico pero no una realidad. Y como la realidad es compleja, es probable que, si no hay síntomas de alargar la temporada, sea complicado trabajar para disminuir verdaderamente los ratios de julio y agosto, porque estarán en juego los puestos de trabajo mencionados.
Por la parte ambiental, también es difícil apostar por incrementar la presión humana sobre la isla en primavera y otoño si no se averiguan, al mismo tiempo, maneras de bajar la presión en los meses centrales. Hay recursos como el agua que ya se están agotando de verdad. Y no es ninguna exageración.

No se trata, pues, de añadir más gente, sino de repartirla mejor. La pregonada desestacionalización debe ir acompañada de una disminución (algunos usan la palabra casi proscrita de decrecimiento) en los meses centrales. Y a la inversa. Sólo así podremos tener escenarios que equilibren aspectos ambientales y económicos y acaben, por tanto, siendo viables y sostenibles. He aquí la complejidad.
Las primeras ideas de limitar el acceso de personas sobre la isla y cosas por el estilo no son legalmente aplicables. El calendario de vacaciones de los visitantes tampoco lo decidirán los menorquines. Por lo tanto, habrá que combinar diferentes estrategias. Quizás se necesitarán iniciativas legislativas, donde el ordenamiento superior lo permita, para tratar de frenar o al menos gravar (para desincentivar) el exceso de gente en meses punta.
También puede ser necesario imaginar seriamente la proyección de una imagen de la isla que ayude a los dos objetivos (disminuir y desestacionalizar). En cualquier caso, los temas tienen que trabajarse conjuntamente.
Cuando se supera la capacidad de carga de un territorio no hay felicidad ni sentimiento de autoestima (ver las reacciones sociales en Mallorca y en Ibiza). Hay molestias, estrés, contaminación, agotamiento, malos modos y sensación de fracaso. Si no hay empleo, tampoco se sostienen los modelos.
Quizás es la hora de abrir el debate e invitar a la mesa gente que está haciendo cosas nuevas y no a los representantes de siempre. Quizás también buscar la vida que existe más allá del turismo.
Es hora de pensar en ello y no sólo de pedir que lo solucionen otros. De lo que sea capaz de hacer la gente concienciada dependerá que Menorca siga siendo un territorio donde la belleza no claudica.
EL AUTOR
Miquel Camps, coordinador de política territorial del GOB Menorca.
Este artículo fue publicado en la web de la entidad el día 16/08/2016
Otros artículos de opinión
-
Miquel Camps reflexiona sobre la importancia de conservar el típico paisaje en mosaico de Menorca, formado por multitud de parcelas separadas por cientos de kilómetros de pared seca.
-
Pau Obrador hace un análisis del efecto de la crisis que ha provocado el la Covid-19 sobre el sector turístico. Uno de los sectores más afectados por la crisis del coronavirus.
-
Emili Pons i Carreras reflexiona sobre los logros del modelo turístico menorquín y los peligros que hacen que pueda morir de éxito: "Precisamente porque se ha salvado de la quema de las otras islas, ahora Menorca es observada, desde fuera y al margen de los intereses de la población, como la tierra prometida donde todavía se pueden hacer grandes negocios".
-
"Lo que hace falta es gestionar mejor la demanda turística de movilidad. Es decir, hay que poner límites al crecimiento desmedido de coches y buscar una gestión más ecológica de la movilidad. Hasta ahora estos esfuerzos han servido, sobre todo, para ordenar mejor espacios que antes eran caóticos."
-
Miquel Camps (GOB Menorca) reflexiona sobre las consecuencias del aumento del alquiler turístico en Menorca. Por un lado, está la gente que defiende que alquilar habitaciones o viviendas a los visitantes es una manera de hacer renta complementaria y de distribuir mejor el ingreso turístico. De la otra parte, hay quien recuerda que esto tiene consecuencias sociales y ambientales poco deseables.
-
Con este pequeño homenaje a la entidad ecologista de Menorca, Ismael Pelegrí, expone y agradece los beneficios que el ecologismo, la responsabilidad y la sensatez han supuesto por el patrimonio natural de la isla.
-
Todos somos microexpoliadores en el momento en hacemos uso de la naturaleza. Un artículo de opinión de Ismael Pelegrí, miembro del Institut Menorquí d'Estudis.
-
La "presión difusa" y un concepto mal entendido del turismo alternativo. Un artículo de Miquel Camps, coordinador de política territorial del GOB Menorca
-
Como afrontar el cambio de paradigma energético en Menorca. Un artículo de opinión de Ismael Pelegrí, miembro del Institut Menorquí d'Estudis.
-
Usos y abusos del Camí de Cavalls de Menorca. Un artículo de opinión de Ismael Pelegrí, miembro del Institut Menorquí d'Estudis.
Deja una respuesta