
Al cabo de Barbaria, en Formentera, cientos de turistas se concentran cada noche para disfrutar de la puesta de sol. Hasta hace dos años se podía llegar con vehículo privado. La icónica imagen de la película Lucia y el Sexo era imposible de captar porque había cientos de motos y coches aparcados por todas partes. Era una situación muy similar a la que tenemos cada noche en Cavalleria donde cientos de coches colapsan toda la península durante la puesta de sol. Hace dos años el Consell de Formentera restringió el acceso rodado. Los coches ahora se quedan aparcados a un kilómetro y medio del faro, aproximadamente la distancia que hay entre cala Viola y el faro de Cavalleria. La medida ha sido todo un éxito. La visita al cabo de Barbaria ha ganado mucho, muchísimo. El cabo de Cavalleria está condenado a seguir los pasos del cabo de Barbaria. La carretera no está (ni estará nunca) preparada para la circulación de cientos de coches. El aparcamiento sólo tiene cabida para 36 vehículos cuando hay noches que se concentran más de 500. La única solución razonable es organizar la movilidad turística de otra manera.
Formentera y Menorca son islas muy diferentes con problemas de movilidad similares. En verano toda su red vial se colapsa con un aumento exagerado de vehículos, que se meten por todos lados. En el caso de Formentera, el tráfico más intenso se produce entre las 7 y las 9 de la noche cuando la gente vuelve de la playa y busca lugar para cenar. Desde hace unos años, las dos islas están haciendo esfuerzos para frenar el colapso. Se han peatonalizado los centros urbanos, se han creado bolsas de aparcamiento en las periferias urbanas, se han dimensionado los aparcamientos en las playas de acuerdo con su capacidad de carga, el transporte público ha mejorado, se han cerrado lugares icónicos al tránsito rodado y la red ciclo-turística se ha hecho más segura y extensa. En Menorca este verano se ha hecho un gran paso adelante con el cierre de Macarella al tránsito privado. El experimento está funcionado mejor de lo que nadie se pensaba. Por primera vez Macarella no es un problema de movilidad ni seguridad.
Lo que hace falta es gestionar mejor la demanda turística de movilidad. Es decir, hay que poner límites al crecimiento desmedido de coches y buscar una gestión más ecológica de la movilidad. Hasta ahora estos esfuerzos han servido, sobre todo, para ordenar mejor espacios que antes eran caóticos.
A los sectores más conservadores de la sociedad estas medidas no gustan demasiado. Contradicen su fe expansionista. La cantinela siempre es la misma: cuando más turistas vengan mejor, prohibir es malo, no podemos poner límites al crecimiento, hemos de ofrecer todo lo que quieren los turistas. Parten de la base de que las instituciones públicas deben trabajar para adaptar la oferta a la demanda por qué el consumidor siempre tiene la razón. Si hace falta agua, una desaladora; si hay muchos de coches, una autopista. Es un principio, sin embargo, que no lleva a ninguna parte. En Macarella se podría hacer un parking de 2.000 plazas que se colgaría el cartel de completo antes de las 11 el mes de agosto. La ampliación del parking sólo haría que aumentar la sensación de colapso en la playa por qué los metros cuadrados de arena no aumentaría con un parking más grande.
Desde Menorca y Formentera se está trabajando, muy acertadamente, desde el principio inverso. Lo que hace falta es gestionar mejor la demanda turística de movilidad. Es decir, hay que poner límites al crecimiento desmedido de coches y buscar una gestión más ecológica de la movilidad. Hasta ahora estos esfuerzos han servido, sobre todo, para ordenar mejor espacios que antes eran caóticos. Lugares como Binimel·là, el cabo de Barbaria o Sa Mesquida son hoy mucho más atractivos gracias a una mejor gestión de la movilidad. Las restricciones viarias están generando dinámicas alternativas interesantes. Así, por ejemplo, los últimos años se ha observado un aumento de las motos de alquiler, que no tienen problemas para aparcar. Otro ejemplo es el Camí de Cavalls que cada vez se usa más para acceder a playas. A muchos de nuestros visitantes no les importa caminar media hora e incluso una hora para acceder a una playa de ensueño. La restricción crea deseo.
Sin embargo, desde un punto de vista global los resultados de estas medidas todavía son más bien magras. Una mejor gestión de espacios sensibles tiene una incidencia limitada en nuestras carreteras. Ante esto en Formentera están promoviendo una ley pionera en Europa, que cuenta con el apoyo de todas las fuerzas políticas en la isla y que se prevé que entre en vigor el próximo verano. La ley de medidas urgentes de sostenibilidad ambiental y turística para la isla de Formentera prevé restringir la entrada y circulación de vehículos privados y limitar el número de coches y motos de alquiler. También prevé potenciar los vehículos eléctricos, muy especialmente las bicis. Es una ley valiente que quiere poner fin a la entrada indiscriminada de vehículos desde Ibiza que colapsan la isla sin dejar ningún beneficio. Es una experiencia muy interesante para Menorca, que habrá que seguir con mucha atención.
Algunos lectores se pondrán las manos en la cabeza con la idea de más restricciones. No en vano el debate público es cada vez más negativo. La pregunta que deberían hacerse los que se quejan es si realmente hay alternativa al cierre de Macarella o a la limitación del número de coches de alquiler. Porque lo que realmente limita el turismo es la actual modelo de movilidad turística que sólo hace que crear colapso. Se habla a menudo de desdoblar la carretera, una obra que duraría 10 años como mínimo y costaría cientos de millones de euros. Las polémicas de este verano por obras en la carretera no son nada comparado con las quejas que generaría el desdoblamiento. Y si ampliamos la carretera es para que circulen más coches, que cuando lleguen a Ciutadella deberán quedar en alguna parte. Los colapsos que se producen en Es Mercadal el día de mercado no harían más que aumentar. Si ampliamos la carretera deberíamos gastar un dineral en adaptar nuestros pueblos y ciudades en una carretera más grande. En Ibiza lo saben muy bien.
En Menorca tenemos mucho camino por recorrer y mucho por aprender de Formentera. Seamos valientes. Ganamos todos.
EL AUTOR
Pau Obrador, profesor de turismo en la universidad de Northumbria en Newcastle y coordinador del grupo de investigación turística del Institut Menorquí d’Estudis (IME). http://twitter.com/pauobrador/
https://pauobrador.wordpress.com/
Este artículo fue publicado en el blog Xalandria el día 17/8/2018
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